" Algunas veces, cuando salgo a cantar y veo la cara de las personas que me observan, pienso: ¿Hasta cuándo Napo? Y al ver a tanta gente que me arropa y me abraza, que canta conmigo, que se pone de píe y se convierte en ola con los brazos abiertos, en un balanceo que me emociona hasta las lágrimas; cuando me aplauden, sé que me quieren, así lo siento, y yo sé que los amo, se los he dicho en cada frase, en cada gesto, en cada risa, en cada "Hombre", en cada "Pajarillo", ... en cada "Amor de habitación",... en cada "Eres", ... en cada "¡Vive!", que hemos entonado juntos."
"Hasta cuándo?, le pregunto al espejo. A ése que no me engaña, a ése donde me veo tal como soy, a ése que muestra mis canas, mis arrugas, a ése que miro en cada mirada y así, sin giras de despedida de cada lugar, al término de cada concierto, tomo mi cruz entre mis dedos (aquélla que me encargó mi amigo, aquél portero del Teatro Cristóbal Colón, allá en Madrid, España), la aprieto, le agradezco a Dios y me despido, por si no volviera."
"Esto es lo más difícil para mí. supongo que si así Dios lo permite, iré hacia el final de mis días, como cantante y compositor."
José María Napoleón
extracto del libro:
Yo sólo quería ser Torero.
p100.
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