Mi descubrimiento de José María Napoleón fue a muy temprana edad, literal de estar jugando con mis muñecas a los 7 años de edad, escuché una voz que me atrapó y me hizo asomarme al cuarto de mis papás para ver quien estaba cantando en la tele. Entonces lo vi y me pareció un ángel, si su voz me había atrapado, la sonrisa de aquél joven terminó de cautivarme y desde ese momento nació en mí el deseo de conocerlo.
Fue ese mismo año que logré convencer (con un poco de berrinches y lágrimas de cocodrilo), a mi mamá para que me llevara a ese primer concierto en el Teatro de la Ciudad. Tuve la suerte de que la temporada en el Teatro de la Ciudad fuera en el mes de noviembre, el mes de mi cumpleaños, por lo que por varios años tuve la oportunidad de asistir a esos hermosos conciertos. En ese tiempo ir a un concierto era muy diferente a lo que es ahora. Antes era una ocasión muy importante en la que ibas con las mejores galas. Realmente era todo un acontecimiento.
En uno de esos conciertos, a algunos fui hasta adelante, otros me tocó estar hasta arriba del teatro, le llevé unas flores y una carta. Esa noche convencí a mi mamá de que nos quedáramos a esperarlo afuera del teatro, yo tendría como 9 o 10 años, iba con mi cabello recogido y con un montón de esperanza de verlo, con una emoción que se me salía del pecho.
De pronto vi por una rendijita de la puerta que venía alguien con el arreglo de flores que yo le había mandado y cuando pasó junto a mí, no sé cómo le hice pero agarré la carta pensando que sería mucho mejor dársela en mano... en unos minutos pude ver de lejos a Napoleón, venía medio serio y distraído y le grité a mi mamá: "Ahí viene!"... fueron segundos, pero otras jóvenes que lo esperaban (no tan jóvenes como yo claro) como de entre 16 y 20 años, me mandaron a volar, en un segundo quedé atrás de todas ellas, mi coleta desapareció y al ver que mi ilusión de conocerlo se iba desvaneciendo, la
verdad me puse muy triste.
Napoleón se subió al auto que lo esperaba, y sin decir agua va, el destino dio un vuelco inesperado!!!, mi mamá se subió al cofre del coche y se agarró de los limpiaparabrisas. Todo se volvió un poco un caos!!!, el personal de seguridad trataba de bajarla del auto, yo me moría de la pena y sentí miedo de que nos fueran a llevar al bote. Napoleón le pidió desde dentro del auto que por favor se bajara porque tenían una cita muy importante y ya se les estaba haciendo tarde!, a lo que mi mamá sólo le contesto:
-"No me bajo, hasta que le recibas su carta a mi hija!", con un poco de desesperación comprensible por supuesto, Napoleón le preguntó: -"Quién es su hija?"...
¡Oh Dios, Oh no!, me señaló y al tiempo que me señaló también me amenazó para que fuera a darle la carta!!!, yo estaba entre el terror, la pena y porque no también la admiración de que mi mamá se haya atrevido a tal hazaña!!, pero todos sabemos como son las mamas, así que fue más mi miedo de que me surtiera mi tiendita, así que vencí la pena y me acerqué a darle la carta a mi Ángel, él sólo me sonrío apenas y todo aquel merequetengue terminó.
Fueron sólo unos segundos en los que se cruzaron nuestras miradas, apenas lo recuerdo, pero lo que sí recuerdo es que se me quitaron las ganas de andarme quedando a esperarlo afuera del teatro.
Pasaron muchos, muchos años, para poderlo conocer realmente. Fueron como 30 y tantos años para llegar a ese día en que Claro Música hizo una convocatoria para una convivencia con Napoleón y para la presentación de su disco Vive. Lo único que tenías que hacer era tomarte una foto con lo que tuvieras de tu ídolo, discos, pósters etc.
Cuando me llegó el mensaje de que había sido una de las ganadoras, realmente no lo podía creer, pero ese día en que llegamos mi hijo y yo a las instalaciones donde iba a ser la convivencia se convirtió en mágico e inolvidable. Cuando Napoleón entro al salonsito, fui la penúltima a la que saludó, el último fue mi hijo, pero mientras saludaba a las otras 9 o 10 personas mi mente luchaba por tranquilizarse y por no empezar a brincar como una loca por todos lados, realmente me porte bastante bien y bastante decente!!. Cuando llegó a mí extendió su mano con esa sonrisa sólo de él, pero yo no quería su mano, después de tantos años de espera sólo tenía en mi mente abrazarlo y decirle lo importante que es para mí. Y así lo hice, eso sí fui prudente y no crean que me le aventé a lo loco, no, lo abrace con el cariño y el respeto que él se merece y desde ahí, se vinieron firmas de autógrafos en las que no me importó tener que comprar 10 veces el mismo disco.
No me puedo imaginar qué hubiera pasado si de adolescente hubieran existido estas firmas de autógrafos con Napoleón, yo hubiera sido tan feliz, pero todo llega a su tiempo y ahora ya estamos a casi nada de que mi querido José María Napoleón se retire.
Sin embargo en medio de esta pandemia en la que todos estamos sumergidos, me pregunto si podrá ser. Si Napoleón podrá hacer una gira para despedirse sin ponerse en riesgo. Este año ha sido un remolino de emociones para todos, nos hemos encontrado con que somos demasiado frágiles, la incertidumbre nos ha sumido en muchos sentimientos encontrados, uno de esos sentimientos ha sido en muchos el miedo, pero todos hemos sacado la fuerza y el valor de quien sabe dónde y aquí seguimos luchando. Lo único que no cambia es que la música siempre nos ha dado una fortaleza donde recobrar fuerzas, donde calmar los ánimos y las tempestades y para mí, la música de Napoleón y la presencia de él en mi vida, me ha dado siempre muchos ánimos y mucha alegría.
Y esto ha sido mi vida en común con José María Napoleón...
¿Cual es tu historia?
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